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La casa del rio y el cafe japones


Mientras escucho sentada como el río fluye, con mi libro a un lado y mi libreta al otro lado, me dan unas ganas profundas de escribirte otra vez, es que quiero contarte tantas cosas que voy viviendo.


Me estoy hospedando en un lugar bastante remoto, aquí todo es especial, no es un lugar para el turista que tiene una agenda apretada y solo quiere “tick the boxes”. Había reservado un día y ya este es mi tercer día, me ha costado irme de esta casa a la que llaman de river house. Puede ser porque me siento en comunidad con la gente maravillosa que he conocido aquí o porque me siento arropada por la naturaleza en donde la melodía más intensa es la del río que me invita a fluir constantemente.


Deje Tokyo el día Lunes, para conectarme con la naturaleza de Japón en Nikko y empezar a conocer a profundidad las peculiaridades de los locales.


Ayer fui con mi amiga americana a hacer senderismo y darnos un baño en un ONSEN (aguas termales). Cuando íbamos en la vía, vimos el food truck de una pareja Japonesa que había visto el día anterior y le dije tenemos que venir luego a probar este café. Paige es una americana de 26 años, aventurera que va a pasar tres meses en japón y fue la líder de la ruta. Decidimos no dejarlo para después y tomarnos el café antes de empezar nuestro camino.

El Sr Japones sonreía y nos invitó a sentarnos, sabía muy pocas palabras en Inglés, pero no fue un impedimento para aquella tertulia mañanera, donde entre gestos y palabras nos preguntaba de dónde éramos. Pedimos un “Anko Café”, Es un café, cocinado en unos granos rojos endulzados llamado “azuki”.



Ya me conoceran, no me pude sentar solo a esperar. Tenía que observar de cerca, que estaba haciendo y como lo hacia, la curiosidad es parte de mis cualidades, quiero creer.


Hay algo muy particular que empiezo a notar de la cultura japonesa, su enfoque en los detalles y de dedicar todo su tiempo a esa sola cosa están haciendo. Para este japonés en ese momento no había cosa más importante que prepararnos aquel café.



Nunca pensé que podría tomar un delicioso café con granos rojos. Es la cosa de los viajes siempre rompen con tus paradigmas, creencias. Aquel café que estaba buenísimo, me llevó a una conversación filosófica con la americana.



Reflexionaba con Paige acerca de cómo estos días, en esta localidad he observado cómo los comerciantes se toman el tiempo para servir a cada cliente, con esmero, dedicación y hasta que no terminan con un cliente no empiezan con el otro.


Esto en mi mundo multitasking, en donde hacer mil cosas al mismo tiempo es lo normal, es una invitación retadora. Una invitación a eso a lo yo llamo, vivir más consciente, poner toda la intención y energía en cada cosa que vamos haciendo porque al final no hay nada más importante que estas líneas que te estoy escribiendo ahora mismo.


Me vi sirviendo a mis clientes por un momento, me vi en mi cotidianidad de la vida diaria, y de lo mucho que quiero aprender a vivir con intención cada momento, ¿Será que de verdad lo lograré?


Mañana parto a Kyoto, el plan es seguir explorando, disfrutando y seguir fluyendo porque no hay nada más importante que eso en este momento.


Gracias por leerme, hoy me quedare en la casa del rio haciendo mucho o tal vez nada.








 
 
 

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